Pedro Ontoso
Documenta en 'El complot contra el Papa' la conjura de acoso que «atizó, atizó y atizó a Bergoglio desde el primer minuto» de su papado
Julio Arrieta
Lunes, 16 de junio 2025, 00:04
Cincuenta años de investigación y conocimiento profundo de la evolución de la Iglesia católica han dado al periodista y sociólogo Pedro Ontoso los conocimientos precisos para desentrañar los ataques sistemáticos a los que fue sometido el papa Francisco durante su pontificado. Lo hace en el libro 'El complot contra el Papa' (ed. Arzalia) que acaba de publicar
–¿Por qué este libro?
–En enero de 2024 publiqué en El Correo un artículo que titulé 'Jaque al Papa' que llevó a varios conocidos y amigos a animarme a escribir un libro que, de alguna forma, reflejara el legado de Francisco, el de un Papa al que le han atizado, atizado y atizado desde el minuto uno. Este libro es una crónica de esos doce años de papado centrado en el acoso, en ese intento de derribo.
–Habla de dos niveles en ese acoso. Por un lado, el del catolicismo tradicionalista; por otro, el de los magnates y grandes inversores que lo consideraban un peligro. ¿Cuál de esos dos extremos de la pinza tenía más peso?
–Creo que la que tiene más poder es la parte, por así decirlo, financiera, que de alguna forma está detrás de todo este movimiento de oposición y acoso a Francisco. Y luego está ese grupo de cardenales y arzobispos tan hostiles. Pell, Viganò... Es algo inédito en la historia moderna de la Iglesia que unos cardenales se pongan contra el Papa y le lleguen a llamar hereje.
–¿Ese tradicionalismo en la Iglesia es sincero o se trata solo de una cuestión de poder eclesiástico?
–Confluyen los dos factores. Puede que en algún momento haya habido una disidencia sincera, que considera que el rumbo que está tomando la Iglesia no es el adecuado. Pero cuando ves ya ciertos episodios y los relacionas, comprendes que detrás hay una trama.
–¿Qué papel juega el magnate Steve Bannon, exasesor y apoyo de Trump, en esta trama?
–Ha sido una de las puntas de lanza, sobre todo porque él tenía mucho poder, desde el momento en que tenía una posición importante en el despacho oval, junto a Trump, del que fue asesor de campaña en sus primeras elecciones. Para él, la Iglesia, con Francisco, era un enemigo de la internacional integrista y ultraconservadora que impulsa. Quieren tener la Iglesia católica como aliada y no un Papa como Francisco.
–¿Francisco reaccionó a estos ataques?
–Sí, lógicamente. Cuando hubo cargos eclesiásticos que consideró enemigos que estaban polarizando y creando un clima de discordia, lo que hizo, poco a poco, fue irlos desplazando.
–También creó muchos cardenales afines.
–Francisco hizo diez consistorios y creó 108 cardenales electores. Pero además rompió con esa inercia eurocéntrica, de que tenían que ser europeos. Francisco los buscó en los rincones del mundo. En Mongolia, en Papúa Nueva Guinea. Primero porque quiso hacer una Iglesia más universal, dar visibilidad, poner en el escaparate a las iglesias locales y también romper ese partido de la curia, ese poder romano. Yo creo que hubo una estrategia ahí, pensando ya en la sucesión.
–Esto de estrategia suena muy jesuita.
–Francisco era jesuita y un jesuita no da puntada sin hilo. La astucia se le supone.
–Francisco ya no está. ¿Y ahora?
–Ahora hay un intento tremendo por borrar de la historia a Francisco. Están diciendo que se han acabado doce años de pesadilla. «Por fin se acabó la pesadilla francisquista». Esto se puede leer en un blog que se las da de católico. Están intentando crear el mensaje de que el pontificado de Francisco fue fallido.
–¿A qué sector va a acabar gustando León XIV?
–No se puede entender a León XIV sin Francisco. De hecho, él lo está recordando todos los días que puede. A mí este Papa me gusta. Creo que va a estar en la línea de Francisco, pero que no va a ser un clon. De hecho, si hubiera sido así, se hubiera llamado Francisco II, algo que probablemente no haya hecho por no enervar a los conservadores. Sí que es verdad que León XIV está teniendo mucho cuidado. Pero va a llegar un momento en que se va a tener que ensuciar las manos.
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